sábado, 14 de marzo de 2015

Sobre Dai Sijie, el autor


Dai Sijie se conoce sobre todo por su labor como director de cine. Destacan películas como El comilón de la luna o Las hijas del botánico chino. 
Su biografía se parece en parte a la del narrador de Balzac y la joven costurera china. Hijo de un médico chino, vivió su edad escolar en la época de la Revolución cultural durante la dictadura de Mao Zendong. Entre 1971 y 1974 fue enviado a un centro de reeducación.
En 1974 ingresó en la universidad para cursar Historia del Arte y cuatro años después en una escuela de cine, donde obtiene una beca para estudiar en el extranjero. Trabajó en un instituto de provincias hasta la muerte del presidente Mao Zedong. Escogió Francia para proseguir sus estudios y se instaló allí en 1984. 

A continuacion, ofrecemos una entrevista tomada del siguiente enlace http://www.thecult.es/Critica-de-cine/balzac-y-la-joven-costurera-china-dai-sijie-2002.html

Entrevista con Dai Sijie
Cuando la estaba escribiendo ¿se imaginaba que la novela iba a convertirse en un éxito de librería de este calibre?
Para nada. Incluso me sorprendió muchísimo que se convirtiera en un best-seller.
¿Cómo se pasa del libro a la película?
Porque una productora se interesó. De hecho, varios productores se habían puesto en contacto con mi editor, pero Lise Fayolle supo cómo hablarme del libro y de la película que podríamos hacer. No trató de imponerme sus ideas sobre el guión, partiendo del principio de que aquí no se trataba de un guión original, sino de la adaptación de una novela. Le gustaba la novela y quería reflejar en la película la misma historia y la emoción que se desprendía de la novela. Como se trata de una película, he añadido varias escenas para que la historia sea más contemporánea, aún cuando permanece, esencialmente, en el contexto chino de los años 70.
¿Por qué quiso rodar en China?
Porque la historia transcurre allí y ni siquiera me planteé que pudiera rodarse en otro sitio. Lo que cuento en la película es un trozo de vida. Un trozo de mi vida. Tenía que encontrar cierto realismo en los decorados y en la gente.
¿Resultó difícil obtener los permisos de rodaje?
¡Sobre todo, se hicieron esperar! Al principio, pensaba que los chinos no querían que se hablara de este período de la historia de China. Pero éste no era el verdadero problema. A los responsables de la censura china no les gustaba la imagen que transmitían algunos personajes de la película, los encontraban caricaturescos. Por ejemplo, el jefe del pueblo les parecía la parodia de un comunista primitivo y no pueden admitir que haya existido alguien así. Otro escollo: la idea de que un libro, y, para más ignominia, un libro extranjero, pueda cambiar el curso de la vida de cualquiera en China.
¿Tuvo que cambiar el guión en función de los dictados de la censura?
No, no exactamente. Estuve dándole vueltas, sobre todo, al personaje del jefe del pueblo. Él también es una víctima de su época. Por lo tanto, decidí “humanizar” el personaje. Su estatus de jefe no le protege de los rigores de la vida cotidiana y de la violencia del entorno. Y aunque sea primitivo, no es imbécil, puesto que sabe utilizar a Luo y a Ma, para lo que son capaces de aportar a la comunidad: sueños y entretenimiento. Más complejo era el asunto del libro extranjero. Evidentemente no se podía cambiar el hecho de que los protagonistas de la historia se vieran transformados por la lectura, pero había que pactar con la censura que quería que esta transformación la hubiera provocado un libro chino... ¡El único problema es que no encontrábamos el libro chino adecuado!. Tenemos grandes joyas en nuestra literatura, pero las historias que cuentan resultan demasiado clásicas. Los emperadores, las reinas, los mandarines, están muy lejos de esta joven costurera. Balzac resulta mucho más accesible, porque es más universal. Terminé defendiendo este punto de vista, ayudado por muchos intelectuales chinos de mi generación que contaban con la confianza de la censura, en mayor o menor medida. Resumiendo, al final nos dieron el permiso para rodar en China sin que las modificaciones menores aportadas al guión, afectaran en modo alguno a la integridad de la película.
Pero no han obtenido el permiso para exhibir la película ante el público chino...
No, todavía no.
¿Sentía una emoción especial por rodar en su país?
Ya había hecho un corto en China, cuando era estudiante, pero el contexto era distinto. Es difícil expresar lo que sentí en la primera vuelta de manivela. Una película que cuenta mi historia, rodada en mi idioma y en los decorados que fueron los de mi adolescencia. Necesité unos días para convencerme de que no era un sueño y de que todo no iba a desaparecer de la noche a la mañana. Luego, me fui concentrando en el trabajo cotidiano.
¿Cómo se desarrolló el trabajo con los actores?
Al principio, hablábamos antes del rodaje de las escenas, hablábamos del guión o de la manera en la que ellos y yo veíamos la escena, pero, enseguida comprendí que los tres eran actores instintivos. Por lo tanto, me apoyé más en ese carácter espontáneo que va muy bien con el realismo de la historia. En realidad, se identificaron muy bien con sus personajes respectivos.
¿Cómo reaccionaron ante el guión estos tres jóvenes actores, que no han vivido el período de la Revolución Cultural china?
Ya sabe, son actores. Creo que lo primero que vieron en el guión fue una historia de amor. Pero si la pregunta es que si el hecho de interpretar estos papeles en el contexto social de la Revolución Cultural les ha movido a intentar entender mejor este período, no lo sé. Como tampoco sé si el tema de la película les ha aumentado las ganas de leer. Dicho esto, creo que desde entonces ya no son los mismos. No llegaré al extremo de decir que la película les ha transformado, pero es indudable que ha ocurrido algo que ha hecho cambiar su manera de ver el mundo y a los demás.
¿La película se ha rodado en los paisajes originales de su historia?
No, el pueblo en el que estuve en reeducación es de muy difícil acceso. Por eso, Cao Jiuping, el decorador jefe, y yo, estuvimos buscando durante más de un mes en la región de Sichuan antes de encontrar el lugar donde hemos rodado la película. El lugar, lo encontramos por casualidad. Un lago en la cima de una montaña al que se accede por una escalera tallada en la piedra. Exactamente como en los decorados originales. En un pueblo cercano, encontramos la casa de los reeducados, la compramos y la reconstruimos en lo alto de la montaña. Acondicionamos un trozo de pueblo al borde del lago y construimos una carretera para permitir un acceso más fácil hasta el decorado.
¿Qué ha sido del decorado después de la película?
Lo hemos dejado tal cual. La productora se lo ha regalado a los pueblos de los alrededores para que organicen visitas.
¿Cómo ha sido la relación entre el equipo chino y el francés?
¡Realmente excelente! Los chinos sentían una cierta simpatía por estos franceses, porque sabían que estaban lejos de sus casas, que trabajaban en un idioma que les era totalmente ajeno y que tenían que adaptarse a condiciones de trabajo a veces muy duras. En cuanto a los franceses, me imagino que guardarán un recuerdo muy especial de este rodaje, un tanto excepcional.
¿Cuál fue la escena más difícil de rodar?
Sin duda en la que Ma y Luo cuentan la película que han visto en la ciudad. En el guión, la escena trascurre bajo la nieve. Pero en la realidad del rodaje, tuvimos que buscar una idea que evocara un paisaje de nieve. Hicimos, por lo tanto, que Ma y Luo hicieran de attrezzistas y lanzaran sobre los habitantes del pueblo, estupefactos, copos de vainas de arroz. Las dificultades eran más de orden técnico que humano.
¿Y su mejor recuerdo del rodaje?
Sobre todo, he tenido la sensación de revivir cosas que ya había vivido, hacía mucho. Las escenas en las que contamos las películas a los aldeanos, pero también el trabajo diario en el campo o en la mina. El recuerdo de mi adolescencia. Esta relación de amistad y de amor en este período del que, honestamente, no sabíamos cómo íbamos a salir. Y yo, unos años después, tratando de recuperar mis recuerdos...
¿La región en la que pasó su período de reeducación va a ser realmente engullida por las aguas como se ve en la película?
Sí, casi entera, pero no sé si el pueblo en el que hice la reeducación va a desaparecer.
Se ve claramente que la historia es autobiográfica...
Sólo en parte. Algunas situaciones del libro y de la película son noveladas.
¿Pero qué personajes existieron realmente como usted les muestra?
Uno se engaña fácilmente con los recuerdos, aunque tengan la fuerza de éstos. ¿Qué es lo que realmente hemos vivido? ¿Quiénes éramos realmente en ese momento? ¿El Gafotas llevaba realmente gafas? ¿La joven costurera era realmente costurera? ¿Pero, acaso importa? No. Lo importante es la historia, lo que dice y la emoción que trasmite al lector y al espectador.
¿Usted lee mucho?
Esta historia también cuenta mi descubrimiento de la literatura occidental. Este amor por los libros nunca me ha abandonado. La lectura me ha dado tanto. Me lo ha dado todo.
¿Más que el cine?
Sí, sin duda
¿En esta película, usted transmite su propia visión de la Revolución Cultural?
¡No, claro que no! Ni la mía, ni ninguna otra visión de la Revolución Cultural. Nunca tuve la intención de hacer una tesis sobre la Revolución Cultural, sino tan sólo de contar una historia de amor y de amistad entre tres adolescentes unidos por el descubrimiento fraudulento de una literatura censurada. Durante diez años, todos los libros, salvo los de propaganda, estuvieron prohibidos en China. No cuento la vida cotidiana de un reeducado con todo lujo de detalles, sino cómo unos libros pueden cambiar totalmente la vida de unos individuos, y la Revolución Cultural es el telón de fondo para esta historia. Lo que le da autenticidad y credibilidad.
¿Cómo vivió la Revolución Cultural desde un punto de vista ideológico?
Tenía 12 años cuando empezó la Revolución Cultural, 17 cuando me enviaron al campo de reeducación y 21 cuando salí de ese pueblo. En aquella época, estaba desesperado porque tenía la impresión de estar del lado malo de la barrera por mi origen y el de mis padres médicos, y por lo tanto, eminentemente burgueses y reaccionarios. Tenía la impresión de ser un marginado, un paria de la sociedad. La propaganda funcionaba muy bien...
Curiosamente tanto en el libro como en la película se percibe una cierta nostalgia de esta época.
No, no de la época. Tengo nostalgia de mi juventud. Claro que no era libre pero, sin duda, tenía mucho más valor y voluntad que ahora. Aprendí un montón de cosas en aquella época, sobre las relaciones humanas, sobre cómo buscarse la vida, y también, por qué no, sobre la importancia del trabajo. En aquella época, ni siquiera me imaginaba que pudiera terminar haciendo películas y escribiendo libros. Me conformaba con contar lo que leía y lo que veía.
¿Pero sufrió mucho en ese período de reeducación?
No era exactamente un campamento de verano y el trabajo era muy duro. Pero teníamos nuestras propias armas. Nosotros sabíamos leer y los campesinos eran analfabetos. Teníamos, por lo tanto, un cierto poder sobre ellos. Por ejemplo, sabíamos qué hora era, y podíamos manipular el tiempo a nuestro favor. Toda la escena del despertador es real.
¿Qué sentimiento le ha dejado este tiempo de reeducación?
El de haber sido actor a mi pesar de una comedia absurda. Estos campesinos con los que estábamos para la reeducación eran, a su vez, víctimas de esta misma comedia. No eran malos. En el fondo, nos resultaban tan extraños como nosotros a ellos. Lo que queda en concreto de este período es toda una generación de chinos que perdió diez años de su vida y acumuló diez años de retraso. Fuimos, no sé, unos 20 millones de chinos los enviados a la reeducación. 20 millones, incluso en China, es mucha gente.
¿Cómo salió de la Revolución Cultural?
Un día me autorizaron a volver a mi casa por una razón tan misteriosa como la que me había enviado a un pueblo de reeducación. Retomé mis estudios. Mao murió en 1976 y las cosas empezaron a cambiar. Entré en la universidad para estudiar historia del arte, luego, me dieron una beca para ir a París...
¿Hoy en día, es usted más francés que chino?
He vivido más de quince años en Francia, pero mis raíces siguen estando en China. Mis dolores, sin embargo, los llevo puestos.

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